Un ataque aéreo israelí reduce a escombros un edificio de apartamentos de nueve pisos en un suburbio
del sur de Beirut. Un hombre cubierto de polvo se tumba sin vida en los brazos de un escatista. Un cadáver en una bolsa pasa rápidamente al lado de ambulancias estacionadas atrás de una cuatrimoto.
La desconfianza se apodera de las personas frente a las posibles consecuencias catastróficas del ataque. Miembros de Hezbollah vestidos de civil les arrebatan los teléfonos a quienes están tomando fotos y exigen que las borren. “¡Saquen los teléfonos celulares de aquí!”, grita una mujer.
Fue el momento más oscuro para Hezbollah, que cuenta con el apoyo de Irán. Aviones israelíes atacaron una reunión que congregaba a los comandantes de la fuerza de élite Radwan en el sótano de un edificio residencial.
Al menos 45 personas murieron, incluidas mujeres y niños, junto con 16 militantes de Hezbollah, entre los que se encontraban el líder de la fuerza Radwan, Ibrahim Aqil, y el comandante superior Ahmad Wehbe.
Dos días antes, cientos de walkie-talkies pertenecientes a miembros del grupo combatiente libanés detonaron en un solo minuto. Un día antes, estallaron miles de buscapersonas de Hezbollah y dejaron a cientos de personas mutiladas. En total, al menos 80 personas murieron en ataques desde el martes. La mayoría eran miembros de Hezbollah, pero entre las víctimas también hay mujeres y niños.
En la actualidad, una de las mayores fuerzas de combate no estatales del mundo se recupera del mayor golpe que jamás haya sufrido su estructura militar, así como de la infiltración israelí más contundente en sus filas y en su infraestructura de comunicaciones en sus más de 40 años de historia. La brecha interna permitió los sucesivos golpes de esta semana y sembró el pánico en Hezbollah, según fuentes de seguridad libanesas.
En una conferencia de prensa el sábado, el ministro del Interior, Bassam Mawlawi, pronunció un discurso eufórico, en el que declaró que el país sufrió una “violación” israelí y prometió intensificar la vigilancia de “extranjeros, hoteles y campamentos sirios”.
La potencia de fuego de Israel persiguió a Hezbollah hasta su guarida y permitió que atacara tanto a sus bases como a su dirigencia militar.
Debilitado militarmente y despojado de su secretismo, Hezbollah llegó a la fase más delicada de su lucha contra Israel, que dura ya décadas. Esperaba que una lucha de bajo nivel en la frontera en nombre de los palestinos apuntalaría la posición de Hamas en las negociaciones, pero un cese del fuego en Gaza parece más difícil de alcanzar que nunca.
FDI: Hemos atacado 400 lanzacohetes de Hezbollah
Sin embargo, la compulsión por atacar rara vez ha sido mayor. Esto lleva a la región aún más al borde de una guerra catastrófica.
En su declaración de más alto nivel desde el ataque aéreo israelí del viernes, el segundo al mando de Hezbollah, Naim Qassem, declaró “un nuevo capítulo” en los enfrentamientos que llamó “una batalla sin límites”.